jueves, 1 de octubre de 2015

Piratería: ¿los corsarios de Internet?

Estando un día en clase de Política Criminal, nuestro profesor nos hizo una pregunta relativamente sencilla: “¿Cuántos de ustedes nunca han cometido ningún delito?”. Evidentemente, esto despertó un murmullo entre nosotros. Evidentemente había de todo, desde gente que había robado en alguna tienda durante la juventud (nada grave, pero aun así un robo). Luego estaban aquellos que habían consumido drogas (de lo cual podríamos estar debatiendo largamente), e incluso los que habían incurrido en algún delito contra la seguridad vial. Pero había un tipo concreto de persona, individuos rectos e incorruptibles, que levantaron la mano convencidos de que ellos eran los elegidos.

Yo la levanté, por cierto.

Al ver este despliegue de beatitud entre nosotros, el profesor sonrió irónicamente y nos preguntó “ah, ¿Entiendo entonces que nunca han pirateado o descargado nada de Internet?”. Absolutamente todas las manos cayeron. Nos había pillado. Y la verdad, nos quedamos un poco perplejos todos. ¿Cómo te habrías quedado tú? ¡Éramos criminales…!


En fin, te estarás preguntando a qué viene esta anécdota. Precisamente fue por esa situación por la cual me dediqué a investigar un poco sobre el tema. ¿Cómo podía ser que ninguno de nosotros hubiera reconocido que realmente descargar es ilegal? Porque al fin y al cabo, hay campañas de concienciación de continuo, en las noticias cada pocos meses leemos que han cerrado otra web de enlaces… por no hablar de la promulgación de la ley Lasalle y la ley Sinde, tan tristemente famosas para unos y necesarias para otros.

De lo que no hay duda en realidad es que, dejando la hipocresía a un lado, tanto tú como yo conocemos mínimo a una persona que descarga ilegalmente contenidos de pago a través de Internet. Sí, evidentemente cada uno tiene sus razones: los habrá caraduras, los habrá que realmente no tienen dinero, los habrá que quieren probar un producto antes de comprarlo… pero descargan ilegalmente. En definitiva: la piratería es un delito en el cual incurre una gran parte de la población. Y no hablo solo del uso de programas P2P; también otras acciones como la visualización de contenido protegido por derechos de autor de manera online o, sencillamente, el que se limite a almacenar esa información sin autorización expresa, están incluidos dentro de lo que entendemos como piratería. Bien, pues partiendo de este planteamiento… ¿Cómo es posible que ninguno de nosotros los contemplase inicialmente como un delito?

¿Cómo podemos explicar que un conjunto de actividades perseguidos por la ley, que incluso aparece recogido en el código penal de manera explícita (artículo 270 del código penal, si no recuerdo mal), sea visto como algo habitual (e incluso lícito) por el conjunto de la ciudadanía? Porque seamos realistas: puede tratarse de una actividad perseguida por la ley, pero nuevamente estoy seguro de que tanto tú como yo conocemos mínimo a una persona que JUSTIFICA este tipo de delito. Y a más de dos y de tres.

La respuesta a este pregunta, en realidad, se halla a medio camino entre la psicología y la sociología, y consta en realidad de dos partes.

Si recurriésemos en primer lugar al Modelo de Disuasión de Paternoster, veríamos que este autor justifica el cumplimiento de la norma en base a la certeza (o seguridad de que se va a recibir un castigo) prontitud (o certeza de que el castigo será rápidamente castigado) y severidad (o certeza de que el castigo tendrá ciertas consecuencias que pueden ser más duras o más leves) del castigo derivado del incumplimiento de esta norma. Además, diferencia de dos maneras esta afirmación: la objetiva (es decir, la certeza, prontitud y severidad reales) y la subjetiva (la certeza, prontitud y severidad percibidas por los ciudadanos).





Bien, entonces ahora te planteo: tratándose de un delito en el que incurre la mayoría de la sociedad, ¿no nos encontraríamos en ambos casos ante la presencia de una reducida probabilidad de castigo? La imposibilidad de hacer frente a un delito en el que incurre la mayoría de la ciudadanía obliga al poder judicial a atacar a los grandes distribuidores (por ejemplo, las páginas de descargas) para tratar de mostrarse efectivos ante esta lucha. Esto, sin embargo, es rápidamente solventado por las mismas, multiplicando sus dominios online y duplicándose sin cesar. Por lo tanto, al no ser víctimas ellos mismos del castigo, los ciudadanos no son disuadidos objetivamente de cometer una acción. Y por otro lado, al seguir todos llevando a cabo esa misma acción, subjetivamente tampoco son disuadidos (en una suerte de círculo vicioso).



Por tanto, podríamos asegurar que tanto la eficacia percibida de esta norma como su eficacia real se encuentran bastante devaluadas en la actualidad. Sin embargo, ¿es este el único motivo por el cual se produce el incumplimiento de esta norma? ¿Acaso la ciudadanía, consciente de estar incurriendo en un delito, continúa actuando sin prestar atención a las posibles consecuencias de su conducta? Referirnos al modelo de  la disuasión como única causa o como único elemento de discernimiento sería fijarnos tan solo en una pequeña parte del problema.

Y he aquí la otra cara de la realidad: la preventiva, que es ejercida por la sociedad en su conjunto.

Una infografía para ilustrar un poco esta entrada.
Fuente: El Periódico (para verlo en grande, click aquí)
Quizá tan o más importante que la posibilidad y eficacia de un castigo sea el control social  informal que actúa sobre el individuo. Así, la  influencia de la sociedad  en la vida y mentalidad del individuo influye también en su sistema de valores, creándose así unas normas sociales que no tienen por qué encajar con las normas penales, y que aun así  ejercen una influencia mayor en los individuos que estas. Citando un ejemplo, es cierto que en ciertos países existe una conciencia cívica que parece no existir en el nuestro (es de sobra conocido el término “picaresca española”). Sin embargo, también es cierto que en otros países parecen existir unas condiciones económicas y de bienestar que actualmente no existen en este. ¿No implica esto un choque de legitimidad?

Vamos con un ejemplo práctico: hace unos meses estuve de viaje en Alemania. Allí, en los trenes apenas solían pasar revisores, y en multitud de ocasiones ni siquiera había nadie que te vigilase para pasar el billete por los controles. Es decir, si tenías la suerte de no cruzarte con un revisor, podías cruzar el país entero gratis. De acuerdo: si esto se aplicase en España, ¿Cuánto crees que duraría la línea ferroviaria abierta? ¡Y ojo! No digo que los españoles sean mala gente, o que sean unos ladrones. Ni muchos menos. Pero sí que es cierto que aquí ni se ha creado, ni creo que pudiese crearse una conciencia cívica similar a la de otros países. ¿Por qué? Bueno, por muchas razones en realidad: la situación económica, los ejemplos de los que partimos, las necesidades de cada uno, etc.

Recordaréis este día como el
día en que "casi"capturáis al capitán Kim Dotcom...
Pues bien: si la sociedad en su conjunto no se muestra reacia a las actividades relacionadas con la piratería sino que, más allá de esto, incluso las justifica,  ¿acaso podemos reprochar a un individuo que sienta que la piratería no es un delito?  Es más: en una sociedad que justifica la necesidad de acceder gratuitamente a ciertos contenidos (sobre todo de origen cultural) dada la incapacidad adquisitiva de la que disponen en los últimos años, ¿cómo podemos esperar que una norma a priori subcultural no termine convirtiéndose en una norma de la mayoría?

En conclusión, mi reflexión no está dirigida a justificar o no justificar la piratería. Yo tengo mi opinión, del mismo modo que tú tendrás la tuya. No, mi objetivo es plantear las circunstancias bajo las cuáles una inmensa cantidad de la población ve justificada la piratería. Está claro que las descargas ilegales son ya un “mal endémico” del cual la sociedad no se va a librar si no toma medidas drásticas. La cuestión ahora es preguntarnos: cuando se planteen las medidas para atajar el tema de la piratería, ¿Se tendrá en cuenta todo esto de lo que hemos hablado? ¿Se legislará por los intereses de unos pocos, o se analizará sociológica, psicológica y criminológicamente a qué se debe que un delito haya alcanzado tal aceptación por parte de la ciudadanía?


Nunca subestimemos la conciencia y el control que una ciudadanía puede ejercer sobre los integrantes de la misma. Porque todo puede ser que nos encontremos a los mismos justificando y respaldando a los “criminales”, entregando patentes de corso a sus vecinos, convirtiendo a los piratas en modernos corsarios de Internet.



1 comentario:

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