La verdad es que no tenía pensado
escribir nada hoy. Tampoco quiero perder la costumbre de no tener costumbres.
Sin embargo, ha sucedido uno de esos eventos que me encienden la “chispa”, las
ganas de escribir o hablar de algo, y bueno, aquí estoy. En realidad, esta vez
no vengo a hablar de nada que no conozcas, a recomendar un libro o una
película, ni nada por el estilo. Se trata, nuevamente, de una reflexión. Y como
tal, bueno, sé que no tiene el mismo atractivo, pero me parece un tema
importante, dado que además llevo ya varias entradas comentando que me gustaría
hacer una entrada dedicada al tema de la prisión, el aislamiento y la
prevención, y creo que esta reflexión va un poco en esa línea.
Estoy seguro que, al igual que
yo, has estado siguiendo la información que habla sobre el crimen que se ha
cometido en Cuenca, un acto lamentable en el que han asesinado a dos mujeres
jóvenes. Sea por interés propio o porque ha aparecido en todos los canales y en
todos los periódicos (como en su momento ocurrió con el caso del pederasta de
ciudad lineal, del cual hablé en esta entrada), lo que es casi seguro es que
algo te sonará sobre el tema.
A modo de resumen, te planteo la
situación: una chica va a casa de su reciente exnovio a recoger cosas que se
había dejado (después de la ruptura), y le pide a una compañera que la
acompañe. Una vez allí, y todavía no se sabe exactamente cómo, ambas fueron asesinadas
(presuntamente por el exnovio), sus cuerpos fueron quemados y abandonados en el
lecho de un río. La historia no acaba ahí: el presunto asesino (el exnovio de
la chica asesinada) se dio a la fuga, y ha sido detenido hace 24 horas en
Rumanía. Al parecer también ha salido la luz que compró la cal que utilizó para
quemar los cuerpos con unos días de antelación, con lo cual se sospecha que el
crimen, en caso de haberlo cometido él, pudo ser premeditado.
(Aquí dejo el enlace por si quieres
más información: http://www.20minutos.es/minuteca/doble-crimen-en-cuenca/)
El caso es que, lejos de querer
entrar a discutir si es culpable o no (que mi opinión tengo, por supuesto, pero
no creo que ese sea el tema ahora mismo), y entendiendo la inmensa condena que
se le está haciendo socialmente a este presunto asesino (sobre todo a través de
redes sociales), lo que realmente me ha llamado la atención ha sido los tipos
de comentarios que se hacen sobre este individuo. Aquí un ejemplo:
“Los criminales como el que o
"los que han" llevado a cabo esta masacre no se merecen revisión de
condena”
¿No te suena parecido a lo que ya comentábamos en el caso de la masacre de Charlie Hebdo?
La criminología que estudiamos no
sirve solo para pillar a los malos, o evitar que cometan delitos. Sirve,
además, para que una vez que cometan un delito, reflexionemos sobre qué
deberíamos hacer con ellos. Porque ni somos tan cerrados de mente como para
disparar en la nuca a un criminal (ya se trate de un asesino, un violador, o un
robagallinas), ni somos tan utópicos de pensar que basta con un par de
reprimendas y un “no lo volveré a hacer”. Precisamente en el máster que hice en
Sevilla nos metieron mucha caña con este tema, y se resumiría un poco del
siguiente modo: todos, desde el rey hasta el siervo, el asesino o el
superviviente, el bueno o el malo, debemos ser objeto de las mismas garantías
jurídicas. Esto, que puede parecer una obviedad, se nos olvida cuando
encontramos que un sujeto ha volado por los aires un coche, llevándose a 10
personas inocentes por delante, o en casos como este, en los cuales un
individuo liquida a dos chicas, aparentemente sin un motivo más allá de la
venganza.
Por supuesto, yo entiendo que
esto es muy cómodo decirlo cuando no son mis hijas, mis hermanas, mis amigas, o
en general, conocidos o familiares míos. Evidentemente estoy siendo muy frío
con este tema, pero eso es porque precisamente creo que no tenemos que olvidar
que estamos en un Estado de Derecho, en el cual todo individuo, por el mero
hecho de serlo, tiene unas garantías jurídicas básicas. Sí, es cierto que da
mucha rabia cuando encontramos a gente así, pero si empezamos a establecer
excepciones, nos convertimos en jueces, jurados y verdugos. Si empezamos a
encerrar a individuos de por vida por cometer asesinatos, estamos encerrando a
dos tipos de individuos: aquellos que realmente no van a cambiar nunca y jamás
se arrepentirán, o a aquellos que cometieron un error gravísimo y tienen la
posibilidad de aprender y redimirse.
Y por supuesto, si hoy encerramos
de por vida a los asesinos, ¿Quién nos dice que mañana no encerraremos de por
vida a los ladrones? ¿Y si pasado son los alborotadores? ¿O los que se
manifiestan contra algún gobierno?
Sé que se trata de un caso muy
extremo tal y como lo he planteado. No creo que, de darse un recorte de
derechos, tuviera que darse de ese modo (dudo que lo hiciera en realidad). Pero
es un pequeño ejemplo que me sirve para tratar de que entiendas que el debate
de las condenas, de la revisión y la longitud de las mismas, o incluso de la no
revisión (por no hablar ya de la pena de muerte, que por suerte no está vigente
actualmente en España) no es en absoluto un tema fácil. Y creo, la verdad, que
mucha gente debería reflexionar de manera crítica sobre el tema. Porque sí, por
supuesto que me parece deleznable que mueran una, dos o mil personas de una
manera tan terrible. Pero eliminar los derechos de un individuo por ello,
negarle absolutamente cualquier garantía, convertirlo en un enemigo por algo
que puede haber sido un terrible y triste error (que no son todos los casos, la
verdad sea dicha), me parece que nos acerca demasiado a justificar (salvando
las distancias) ciertas actitudes que se llevaron a cabo en ciertos lugares de
Europa, durante cierta guerra mundial, contra ciertos grupos sociales.
Y por supuesto, hay muchos argumentos con los que podrías refutarme: “bueno,
pero se trata de criminales, han llevado a cabo acciones contra otros, pasando
por encima de los derechos de los demás”, o el tan manido “pero es que las
víctimas ya no van a volver aunque se arrepienta”. Sí, estoy de acuerdo. Pero
cometiendo atrocidades como encerrar a un individuo de por vida, sin tener en
cuenta si el mismo se arrepiente, se enorgullece, se responsabiliza o cree que
es culpa de la propia víctima, nos convertimos a la larga en algo bastante peor
que ellos.
Una prisión no puede ser tan solo una papelera social, donde arrugamos y tiramos todo aquello que no queremos. |
Hay una cosa que es innegable:
somos humanos, no máquinas. Como tal, muchas veces nos dejamos llevar más por
los sentimientos o las emociones que por la razón. Pero es cierto que además
hay muchas personas que piensan en frío comentarios como el que he puesto más
arriba. Y a la inversa, habrá quien piensa un poco más como yo. Lo único que
realmente me parece importante es que tú, como criminólogo / futuro criminólogo
/ persona crítica, encuentres en esta entrada material suficiente para dedicar
unos minutos a la reflexión. Si es así, me sentiré satisfecho.
Sé que esto es muy fácil escribir todo esto desde un ordenador, cuando el crimen no me afecta directamente a mí, y que quizá estaría mejor calladito, porque mucha gente puede entender que estoy defendiendo al individuo en cuestión. Pero bueno, es un tema sobre el que llevaba tiempo reflexionando, y creo que es en este tipo de situaciones cuando, lamentablemente, mejor encaja.
Sé que esto es muy fácil escribir todo esto desde un ordenador, cuando el crimen no me afecta directamente a mí, y que quizá estaría mejor calladito, porque mucha gente puede entender que estoy defendiendo al individuo en cuestión. Pero bueno, es un tema sobre el que llevaba tiempo reflexionando, y creo que es en este tipo de situaciones cuando, lamentablemente, mejor encaja.
Ojalá no hubiera nada sobre lo que reflexionar.
Un saludo, querido lector.
Un saludo, querido lector.
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